Viviana Copló Ordás

Nací en Indio Rico, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 9 de marzo de 1970. Estudié Derecho en la Universidad de Buenos Aires, logrando el título de Abogada en diciembre de 1994. 

Compartí mis estudios de derecho con diversos trabajos en diferentes despachos. Pero la experiencia profesional más importante, la adquirí trabajando alrededor de diez años, en dos de los grupos empresariales más reconocidos de Argentina (Grupo Macri y Grupo Perez Companc), quienes en la década de los noventa realizaron grandes proyectos de inversión y desarrollo en el país.

Durante esos años (1998-1999) completé mi experiencia profesional cursando un Máster de Derecho Empresarial en ESEADE Argentina.

Viví en Buenos Aires hasta el año 2002, año en el que trasladé mi residencia, por motivos familiares, a Barcelona.

Instalada en Barcelona y embarazada de Catalina, mi primera hija, homologué mi título de Abogada al Derecho Español, habiendo obtenido el Título de Licenciada en Derecho en la Universidad Rovira y Virgili (Tarragona) en diciembre de 2004. Esta validación me ha permitido construir una visión acerca de la ley desde la experiencia formativa en dos universidades de dos países.

En el año 2005, y embarazada de mi segundo hijo, Nicolás, abrí, junto con una socia y amiga, mi primer despacho en Sant Cugat del Valles, donde ejercí la carrera profesional hasta el año 2012, momento en el que me uní al Despacho de Abogados Trias de Bes y Vidal Quadras.

A principios de 2016 volví a retomar la carrera profesional en solitario, abriendo un despacho nuevamente en Sant Cugat del Valles. En esta oportunidad, decidí orientar los servicios a un asesoramiento más general y personalizado y no tan especializado como ofrecen los grandes despachos de abogados.

Luego, al completar y complementar mi experiencia en el área procesal me permitió adquirir conocimientos que, junto a mi capacidad de oratoria me hicieron competente para desempeñarme en ésta área del derecho. La capacidad de oratoria y el permanente interés y motivación a investigar que me despiertan los “casos” que se me presentan, me ha permitido ampliar la visión y experiencia en torno al ejercicio profesional del derecho. 

La vocación de servicio, la disponibilidad, la empatía y los años de psicoanálisis me hicieron virtuosa y recomendable para los procesos judiciales de familia. La experiencia me ha demostrado que la resolución exitosa de los “casos de familia” necesita de una mirada humana acerca de los vínculos que allí se condensan y que en un fino equilibrio entre lo “justo” y lo “posible” permitan arribar a resoluciones que involucran el mundo emocional de las personas involucradas.

Llevo más de 20 años trabajando como abogada, y, aunque resulte sorprendente en un mundo hiper especializado- me gustan todas las ramas del derecho y me he nutrido de los desafíos que representan. Esa experiencia general de las diferentes ramas del derecho me ha permitido construir una posición más firme para los casos que requieren de una mirada especializada. Lo general y lo específico se ponen en juego en un equilibrio propio de cada “caso”. Asesorar a un cliente en operaciones mercantiles, me recuerda que soy abogada de empresas, pero llevar adelante un proceso judicial me obliga a potenciar todas las cualidades de un buen abogado; la inteligencia, la astucia, la obstinación, la memoria, la oratoria, la claridad de pensamiento, el conocimiento experto acerca de la ley. El derecho procesal requiere, más que cualquier otro, de estrategia y planificación. Intervenir en los procesos familiares satisface mi vocación de servicio. 

Me defino como una Personal Legal Manager, porque puedo intervenir en los procesos judiciales o legales que necesite un cliente y tengo la madurez profesional suficiente para saber en qué asuntos necesito de la intervención de otros colaboradores y profesionales para brindar un buen servicio al cliente. Los saberes acumulados, producto del ejercicio profesional y del estudio, me han permitido poner en valor el eclecticismo de mi experiencia y el modo como abordo a cotidiano los desafíos de mi profesión. Los años acumulados y el repertorio de casos con los que me he enfrentado no han hecho más que renovar mi pasión por el derecho y han logrado colmar y renovar el permanente apetito de conocimiento, sabiendo que siempre es un conocimiento puesto al servicio de resolver casos que involucran a personas. El lado humano del derecho es también fuente de inspiración personal que me ha permitido ser mejor persona y, por añadidura, mejor profesional.